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JUAN MIGUEL REDONDO. Pintura en el camino.

Recibidor del GRAN TEATRO de Manzanares
Hasta el 31 de Marzo.

PERO ... ¿Y QUÉ ES "LO PECULIAR"? 


             A medio camino entre lo jocoso y lo gamberro. Juan Miguel Redondo sería un niño terrible del arte sino fuese porque lo popular, suburbano, la protesta, lo underground y lo antisocial hace ya tiempo que tomaron las salas de exposiciones y museos. Ahora, hay algo que a Juan Miguel Redondo no se le puede discutir: la peculiaridad. 
Decir peculiaridad es sacar lo que más de personal pueden tener estas pinturas, porque por lo demás, son tantas sus referencias, y tan plurales, que clama al cielo el sentido que cobra la susodicha peculiar personalidad. En efecto, es la cultura popular, más tirando a urbana, la que supura por estas superficies. El cómic, la viñeta, el cartel gamberro, el graffiti, la expresión inmediata ... Pero también el POP, el expresionismo, la abstracción. Y si me apuran lo naïf, el simbolismo, el postimpresionismo ... 
Amalgamar las tendencias requiere de dos cosas, o bien tener una muy buena y disimulada batidora, o bien echarse al frente con personalidad exhuberante y creativa. Ha de ser esto último lo que está presente en la obra de Juanmi, porque se le nota que tiene bien sacudido el lastre de las fastidiosas servidumbres. Poco le importa a nuestro autor el lugar que ha de ocupar en el espectro pictórico o artístico. Está en brazos de la musa, embarcó en la creatividad desenfada hace tiempo, y estas son sus producciones, producciones que ante todo pretenden ser pintura. (Claro que cualquiera podría dudarlo cuando se emplea de esa manera tan libre el collage o la masa pictórica. Casi diríamos que desafía a la escultura).

         
          Marchemos de "Generación Beat". Tomemos la ruta de los años 50 y entreguémonos a la carretera. La verdadera última obsesión de Juanmi: el camino. Claro que ¡hay tantos obsesionados por el camino!  Por eso tal vez, el camino de Juanmi es otra cosa, es un camino ... peculiar, por las máquinas y por los seres que lo transitan, cuando no por él mismo en forma de proteicas carreteras. Los seres iniciáticos de esta pintura son seres peculiares. Son seres de la mitología "juanmi". Los vehículos, que tienen más de "autos locos", desafían las leyes de la gravedad del plano pictórico, iluminan lo que no hay que iluminar, transitan ante la galería de los espectadores que los contemplan, que quedamos en tierra como el ridículo viajero que acaba de perder su autobús. Generan un universo peculiar, particular, inimitable. Son héroes ridículos, extrovertidos desafíos de la buena sociedad. Esto es, en cierto modo "lo beat", el niño rebelde que desafía convenciones, unas convenciones asfixiantes pero sin las que, probablemente no llegaría a ser. El paradigma no es otro que Kerouac, tan redivivo últimamente.
Estos cuadros son pues la liberación de la asfixia de Juan Miguel Redondo por los caminos de ... ¿del subsconsciente tal vez? No solo. También de lo social, y de lo artístico ... 
Quisiera ahora rescatar un paralelo que podrá ser excepcional. En cierto modo, hay elementos de esta pintura que recuerdan en mucho al Philip Guston desanfadado que se recreaba en gigantescas cabezas simplificadas, aunque llenas de matices artísticos. Los matices están también en la obra de Juanmi, pero son más ricos, más exaltados, más intempestivos.
Las cabezas, frondosas recreaciones hechas de los más inimaginables laberintos, laberintos gustonianos, son dignas de los desvelos del más efervescente Freud. El camino, en efecto, retoma sus vericuetos en la cabeza, el cuerpo ... y, lentamente, va tomando también al ingenuo e incauto espectador...


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