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PINTURAS de Jesús Millán Cueva.

Recibidor del Gran Teatro.
Del 11 al 27 de Mayo.

ENSAYO SOBRE LA SALVAJE LINEA Y OTROS SALVAJISMOS.

Algunas veces la línea tiene una pretensión excesiva. La de Jesús Millán hasta puede resultar obsesiva. ¿Cómo no iba a tener algo de salvaje? ¿Un punto de fauve? La cita, desde luego, se hace más que evidente. Otras veces, la pincelada hace el resto. Materia convulsa, informe, desmedida; "hybris" de la "hylé".

Aunque las dotes expresivas de esta linea salvaje actúen también de "enmarcantes" y pretendan hacer de domesticadoras. La linea, en efecto, delimita el tráfago del color, la convulsa presencia de la materia; es el domador del fauve. Cuanto queda es, pues, la sugerencia de las formas, la voluntad subjetiva del poder pintar, crear, hacer ...  una dionisíaca voluntad de poder. Por la linea va en vilo el alma del pintor, un alma táctil, amante de lo que ven los ojos, pero nerviosa, impetuosa, agresiva. Esta es la creación nerviosa. En la materia queda la huella sobrante, el abastecimiento de la 
He aquí una lección de los Derain, Vlaminck, Marquet o del primer Matisse ... 


A veces la línea pretende ser todo. El universo. Vale. Compite entonces sobre vacío de un informalismo de los cincuenta. 
Otras, la línea no posee la fuerza suficiente y se ve sumida en el cáos matérico, de la potencia, de la fuerza, de la complejidad de la energía. Vale.
He aquí una visión progresiva de lo que llamaremos desnaturalización de la linea, ¿deslinealización de la naturaleza?




En fin, la expresión posa sobre la mujer, ferviente tema sobre el que recae este expresionismo convulso. También vale.


O descansa y crea, sugiere y formaliza, pero no renuncia a la sensibilidad.


Son, las dos tendencias expresivas de Jesús Millán Cueva, artista natural de Argamasilla de Alba, cuna de la fiebre y de la locura.

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