Fantasía en Manzanares. Fotografía de GUSTAVO FERNÁNDEZ ARROYO

Recibidor del Gran Teatro.
Hasta el 28 de Abril.

No ya la armonía de los elementos constituyentes de la fotografía, es decir de estos montajes, de estas intervenciones sobre la propia captura, o sobre la realidad misma. Sí, en este sentido sus imágenes, sus retratos de la ciudad tienen como indiscutible componente la fantasía, es más, la intervención es ya transmutación fantasiosa. Descontextualizaciones, contraposiciones, color, exaltación, elisión. Tocada la realidad, Manzanares es sacado de ella sin por ello perder su carácter tangible, reconocible; en fin, su personalidad. Manzanares emerge, evanesce, se viste de sueño, o de creatividad que todo puede ser.

Otra cosa son los celajes de estas inciertas capturas, esos lugares que en la fotografía se convierten en espacios de color, en lírica precisa. Una lírica, una expresión que contrasta con el lugar, con la urbe, con el pueblo, el edificio. Los cielos se tornan metáfora, símbolo: abrasadora siesta en las callejas desiertas; amenazador balance de la tormenta, rescoldo del rayo que tienta las arquitecturas...

La fotografía de Gustavo Fernández Arroyo demuestra así el atrevimiento onírico de una herramienta cuya fijación es, paradójicamente, la realidad. Y en esto estriba acaso la magia de su creatividad.